Si la muerte pisa mi huerto...

Cuando ya has sobrepasado la madurez (quién la haya conseguido) y te das cuenta que algún día la fruta de tu vida empieza a notar cierta preocupación por caerse del árbol de la existencia terrenal, ha llegado el momento de tomar el resuello necesario para disfrutar/padecer los días como si fueran el último tramo de un ciclo que empezó cuando una partera te dío una cachetada en el culo para que rompieras a llorar.

Resulta curioso y sintomático que el más claro síntoma de que estábamos vivos era nuestro llanto, pronto empezábamos a derramar lágrimas. Afortunadamente en pocos días ya reíamos como tontos con cualquier cosa.

Al día de hoy sólo nos queda exprimir hasta la última gota la naranja y el limón de la vida. Es de suponer que a estas alturas ya tendremos hechos los deberes de hijo/a, hermano/a, amigo/a, compañero/a… lo de esposo/a será tan cercano en el tiempo que andaremos por la primera evaluación.

Siempre la nota -buena, regular o mala- serán los demás quiénes nos la pongan. Acatarla como correcta es nuestro deber ético y moral. Aunque en un balance general quién debe prevalecer es tu propia conciencia. Esa siempre nos dice la verdad de la manera más descarnada y apabullante.

Con ella cualquier lucha está perdida de antemano.

El día a día. Eso es lo único que tenemos con certeza. Ojalá nuestras experiencias nos hayan vueltos tolerantes, solidarios, cariñosos y reflexivos. Solo de esta forma podremos gozar de lo previsiblemente bueno que nos espera. El futuro es un barco con el que embarcamos en nuestra juventud y nos hizo navegar de manera ilusionada por los mares de los sueños. ¿Qué cuántos se realizaron? ¡Que más da!.

Los sueños siempre son una meta por la que luchar y en esa lucha en sí está lo mas hermoso de la existencia. Si has dejado tras tus pasos la semilla de la bondad, el sacrificio, la honradez y la solidaridad ha merecido la pena tu andadura terrenal. Si al cabo de los años alguien se emociona con tu recuerdo será el mejor síntoma de haber engrandecido el género humano (otros lo han envilecido).

Reconozco que para muchos puedo ser en la actualidad un anticuado y un alma vieja de mil pares sobrantes, que hablo como si tuviera 50 años. Soy de un tirón y sin anestesia lo siguiente: Arrogante, Etéreo, Indecente, Austero, Faláz, Cofrade.

Orgulloso de ser mazatleco, por ende Sinaloense y por obvias razones mexicano. Aprendiz de Escritor, “algunos casos que recordar no quiero” como diría Antonio Machado.

Confío que cuando la Dama de Negro me invite a bailar el último vals... pueda luego reunirme con mis ausentes queridos. Poder darle las gracias a mi padre por inculcarme la afición a lo que tengo ahora. y a las platicas que tantos días de gozo me dieron. Sentir de nuevo la cariñosa mano de mi abuela Nita sobre mi infantil cabeza mientras me daba paletas de limón y los mejores abrazos.

Abrazar a mis tíos Blas y Jose y darles las gracias por tanto cariño y como me mostraron lecciones. ¨Los hombres no lloran¨. Emocionarme con el negro de los ojos de mi tía Claudia. Valorar de nuevo en lo que vale la rectitud y la hombría del bien de mi bisabuelo Blas. Volver a mirarme en el espejo del profesor Higinio Pablo mi gran mentor y maestro. Aprender de nuevo de la sabiduría humana de Manolo Centeno. Volver a agarrarme de la mano de mi abuelo Genaro y llevarme a ver ese caimán que teníamos en el patio. Terminar la conversación que tengo pendiente con mi amigo el dorito...“ que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero”. Decirle a mi “hermano” Alfredo Tarrán que lamenté enterarme de su muerte por internet. Ninguno de los suyos creyó conveniente el avisarme de su fallecimiento. Volver a abrazar a mi eterna ausente y eterno pensamiento, Adis..

Y espero poder decir ¨amé a la misma mujer por más de 50 años, pero ella nunca lo supo¨.

Espero en definitiva verlos a todos algún día (que contra más tarde mejor. Prisas no tengo ninguna). Ahí radica la Fé en soñar con el reencuentro y la eternidad.

Pero mientras tanto en este intervalo, que espero y deseo sea largo y glorioso, seguiré apurando la copa de la vida para degustar entre viandas el oro liquido de Sinaloa y el impagable placer de la verdadera amistad donde serán el intento de que el alma se serene.


A este rostro tan humano
duele mirarlo de frente
consuela besar su mano
confundido entre la gente.


Vivir intensamente cada día en esta vida hermosa y maltratada por quiénes tienen la obligación (y además cobran por ello) de cuidarla más que nadie.

Para terminar y antes de “dar mi último suspiro”( que insisto: contra más tarde mejor) permitirme una frivolidad en forma de dos deseos. A saber: ver en vida propia el cambio de la sociedad y que “mi” Betis vuelva cuanto antes a Primera (a ser posible mañana).

Y si la muerte pisa mi huerto, que tome lo que quiera

porque orgulloso estoy de que cuando lo haga podré recibirla con los brazos abiertos

sin arrepentirme de no haber hecho algo









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Fernando Arellano