Casualidad.

Hace tiempo que no te pienso. Pero ahora que rondas de nuevo el tan solo ver tu nombre me pone nervioso.  Tengo tu recuerdo atado a una cadena enorme en el fondo de mi memoria. Sin embargo, a veces, flaqueo y me quedo insulsamente pensando en ti  y en lo que fuimos una vez: dos personas que se amaron mucho y que tuve que romper el lazo por circunstancias erróneas.

A veces, como hace días por las noches y precisamente hoy, me permito un desliz. Me dejo llevar por el lado que sigue amando a esa cabra feliz y te hago presente. Saco tu cadáver del armario de mi pasado y te cuento imaginariamente cómo me siento. Estoy peor. 

Ya mucho más he recuperado de aquel final. Guardaba para ti tantos momentos, tantas palabras de perdón, de ira, de desesperación, de preguntas, me dejaste con tantas dudas, con tantas exclamaciones, con tantos interrogantes y, ya ves: ahora no consigo recordar nada de lo que quería preguntarte ni gritarte. Me dan igual los cómo y los por qué.

No tengo nada que echarte en cara. Simplemente uno de los dos dejó o no cayó a bien en el momento exacto. Sigo pensando que fui yo, aunque me digan los demás que no es cierto.

Quiero creer que tus palabras eran sinceras y que me amaste de la mejor forma que sabías y con todo lo que podías amarme, sin ser ¨chinchoso¨, claro.

Así como se consume un cigarro, una vida real llena de instantes bonitos y sin embargo todo se quedó en un instante lleno de vidas virtuales que acabó convirtiéndose en humo.

Hace poco menos de un mes, en un arrebato de debilidad, me permití la licencia de leer todas las viejas charlas en la madrugada que teníamos. Y entonces ocurre que me sobreviene la lluvia a los ojos y te pienso, y pienso que aún una parte de mí te quiere y quiere que vuelvas, porque te echa de menos. 

Pero me pongo a pensar, Supongo que ya has pasado página y que ya no estoy entre tus pensamientos recurrentes como antes. Tendré que hacerme a la idea de que no estás y de que ya nunca más vas a estar.

No debería y sin embargo, a veces, como esta noche me da por pensarte y entonces rompes todos mis esquemas, echas por tierra mi actitud de persona madura y centrada que puede seguir con su vida tras cualquier altercado y entras en  mis rutinas colándote como el viento.

27 razones para una vez más, aunque todo salió mal me avienta la razón y me inadvierta la cuestión. No sé si lo quiera analizar, pero al final de cuentas pongo las cartas sobre la mesa, tienes la misma carta con la que ganaste el juego pasado, y como siempre:



Yo dejo las puertas abiertas.








Comentarios

Fernando Arellano