Profanando Kilómetros

Me serví un trago y miré por el ventanal la desolada y ardiente calle. Dios santo, había llevado una tarde perros y lo único que quería era correrme y sacar la maldita presión del trabajo. Y la maldita mujer no llega, a este punto ya no estoy para los trotes magistrales de noches enteras esperando que vuelvas de compras con botellas y adicción. A este punto ya no bastaba la ira desencadenada de rayones testarudos en paredes creadas, sólo quería tomarla por la cintura y aplastarle contra la pared.

Bueno, si lo pienso un poco los hombres más fuertes son solitarios..

Me cansé de esperar.. me levanté y me serví un vaso con agua, lo llevé al dormitorio; me quité los pantalones, los zapatos, los calcetines. Me tumbé en la cama en calzoncillos y con la playera puesta, puse unos discos antes de dormir y tomando el agua pensé en cuándo llegará. 

Estaba entre dormido y despierto cuando me marca, faltando 10 minutos para las 12. Esta cree que estaré de buenas..

—¿Bueno, Hannah ¿sabes qué hora es? —dije con un tono grave.
El reproductor de música paró
—¿Ya me abres enzo? —preguntó Hannah.
—¿Sí ya bajo, ya bajo...? —dije.

Bajé en pelotas, ella parecía que tenía prisa. En cuanto entró me dejó su bolsa y corrió al baño. Salió del baño quitándose la blusa mirándome fijamente - Qué bueno que está de humor- pensé. Cuando se posó frente a mí lo primero que hice fue subir, joder la tenía en mis brazos ya. Era el momento de sacar todo sea la hora que sea, lo necesitaba.

La cojo con fuerza y la subo a horcajadas sobre mí. sus labios ansían tanto los míos que sus besos se traducen a mordiscos como si quisieran hablar un idioma que desconocen. 

—En mi vida te había visto con esos ojos —dijo Hannah.
—No tienes idea..—dije mientras rosaba mis yemas de los dedos con sus muslos.
—Dios santo, Enzo si vas a hacerlo que sea rápido.
Hannah miró el bóxer.
—Es que si quiero, pero tengo mucho sueño —dijo.
—Bien, se te irá el sueño en cuanto empiece a hacerlo —dijo Enzo

Agarrada de mi cuello se ríe cuando mis manos acarician su vagina humedecida.

De nuevo me dice que sí, pero esta vez sin el uso de su lengua. Esa lengua que tanto deseo que se pasee por mi miembro que suspira a gritos liberarse de su encarcelamiento.

Mi mente planea un motín para que se escape de esa cárcel de rejas polvorientas. Mi mano derecha vuelve a presionar su sexo con movimientos fuertes y rápidos. La música empieza a sonar con tus gemidos, pero subo un poco más para que mis padres no nos escuchen y descubran.

Me acerco a ella restregando mi erección sobre su cuerpo. Su respiración pisa lentamente el acelerador, puedo ver que sí ella lo quería.

Acercaba sus dedos encima del bóxer y lo tocaba mientras palpitaba de pasión, quiero estar dentro de ti. Quiero ver como tu cara se desdibuja y me muestra la liberación de tu deseo contenido cada vez que meta con más y más fuerza mi pene dentro de ti, Hannah.

-¿No te gusta que te haga saber lo mucho que me pones? ¿O acaso no lo estás sintiendo?- dije mientras respiraba agitadamente a mi oído.

Pone su mano en mi polla esta vez, y se frota con ella mientras me mira deseosa soltando un suspiro como un susurro que acaba de salir de su escondite, con esos ojos de gatito loco viéndome mientras espera ansiosa que saque mi miembro de esa cueva.

La tumbo en el sofá de mi habitación y me acuesto encima de ella. Una suma de sensaciones cambiantes arrasan mi cuerpo y necesito sentirme un solo ser dentro de ella.

Pido a súplicas al mismo diablo arrancar esa falta y arrojarla lejos de ella. Necesito saborear su sexo con mi lengua y presionar sobre él mientras siento su manos enredadas en mi pelo, le digo con voz entrecortada por culpa de mi aliento acelerado y presiono en su vagina con mis manos

—¿Así? ¿Justo por ahí? — me dice todo con su sonrisa traviesa y juguetona..
tuve que aguantar el suplicio de mi polla entrando y saliendo de ti mientras nos miramos a los ojos, empiezo a moverme sobre ella, golpeando mi erección sobre su sexo con la ropa puesta.

Sus manos se apoyan en mi espalda y comienza a gemir lentamente, tiene unos labios carnosos y dulces que aprisiono con mis manos para que no se desate en un escándalo.

—Qué haces, nos van a escuchar, ¿Quieres que te amordace, cariño? — le digo con un tono provocador y desafiante mientras pensaba ¨joder, deja de hacer eso o me voy a correr con los bóxer puestos¨.

se baja lentamente mientras me observa, nos reincorporamos y empezamos a besarnos. Mi excitación me lleva como barco a la deriva y no espero a que me quite la ropa sino que yo mismo me desprendo de ella.

Tras mirarme a los ojos y dedicarme una sonrisa traviesa, se arrodilla en el sofá y se lleva mi  miembro hacia su boca.

—¡Quieta! —dije—. No muevas la lengua así ¿Qué tratas de hacer?
—¿Quieres que me venga ya?
—¡Maldita sea! ¡QUIETA he dicho!—. No pude contenerme y mis jadeos empiezan a salir mientras veo cómo se ríe y su lengua danza amablemente por mi  miembro, sumergiéndome en un océano de placer mientras contemplo su preciosa carita, mientras me la chupa primero suave y delicadamente y luego más rápida e intensamente.

No puedo evitar mover mi cuerpo al son que marca su boca como una  directora de orquesta. La detengo y le doy un beso que sabe a agradecimiento por el placer que ha decidido otorgarme por su cuenta.

Cuando la tomo de la cintura y me pongo de rodillas ella se sienta en el sofá poniendo sus piernas en mis hombros dejándome a la vista de su sexo desnudo, mojado y palpitante..

paso mi lengua por los lados más recónditos como caña en el mar, buscando peces, buscando flores, recorriendo sus labios, su vulva, mientras ella sólo se pierden navegantes en el techo de la habitación.

se calma la cosa entonces, y el problema cuelga entre nosotros. Se levanta y se avienta encima de mí bruscamente. -mierda, qué hace..- pensé.

Y así, nos tranquilizamos.. con su mano derecha empezó a masturbarme mientras con la izquierda la tomaba del cuello y le decía ¨mírame a los ojos mientras lo haces, no pares hasta que te diga¨.
Por un momento la solté del cuello a lo que volteó extrañada.

—¿Por qué dejas de tomarme del cuello? — me dijo en un tono de ofendida.
—¿Para qué quieres que lo haga? quiero seguir escuchando tus gemidos en mi oreja — le dije mientras la acercaba a mis labios.
Miré sus ojos. Su mano empezó a hacer movimientos más rápidos y sabía, iba a venirme ya.
—Bueno —dije— si así lo quieres..

Antes de venirme se volteó y se puso frente mío para admirar su cuerpo desnudo, tenía su vagina a unos centímetros de mi cara cuando la bajé y terminé en su espalda, me dio un beso y fue directo a la ducha.

Es otro anochecer extraño, ella viene a mí y sin decir nada me habla, me llena, me excita: cuando salió estaba poniéndose roja y bien, se recostó a un lado mío. Las palabras no ayudaban gran cosa. Sólo acercaban más las paredes. Y esa noche, no sé si soñaba o no, a las las 3:30 de la mañana normalmente estoy soñando. Soñando lejos.

Profanando Kilómetros.



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Fernando Arellano