Agarraditos de la mano.

En esta sociedad tan poco proclive a la belleza de los gestos cotidianos hay uno que, personalmente, me resulta conmovedor. Es cuando veo pasear normalmente por las calles de la plazuela machado a personas mayores (muy mayores en algunos casos) cogidas amorosamente de la mano. Comparten achaques y cariño que aveces  no son captadas por los componentes de sus propias familias. Este no es país para viejos (y todavía no lo es ,menos para jóvenes emprendedores o millennials disgustados). Avanzan lentamente y unen sus desgastadas y cansadas manos para que, entrelazadas, la carga del epilogo de la vida les sea más llevadera. Los niños se agarran, entre temerosos y complacidos, de la mano de sus padres. Los adolescentes se agarran a los celulares, mientras otros también agarran la mano de su pareja. La gente madura, en pareja, camina agarrada del brazo, unas veces mujeres con hombres y otras mujeres con mujeres. Nuestros mayores ya son los únicos que paseando notan en su mano el roce de otra que les resulta tan querida como a veces, necesaria. No es casual que las gitanas utilicen las líneas y los surcos de las manos para leernos la buenaventura (la mala nunca te la dicen para que no les escatimes tu “donativo”). Existen fotos costumbristas de los años cincuenta y sesenta donde se ven a hermosas muchachas paseando en grupo cogidas unas a otras del brazo. Creo recordar una magnifica instantánea del Maestro Sánchez García “poncho” (antiguo banquero en las oficinas de Banamex en la zona dorada) donde muchachas jóvenes caminan entrelazadas deambulando por la querida playa de Olas Altas. Media docena de “rosas madrileñas” de la posguerra entre $50 y $100 pesos por cada una, anunciando una primavera que aún tardaría muchos meses en llegar. Pura delicia de una dura época siempre viva y presente a través de los documentos fotográficos como es mi Mazatlán, tampoco sería casualidad que en los tiempos de antaño una relación se formalizara pidiéndole al padre la mano de su hija (había padres que, locos por casarlas, te decían que mejor te la lleves entera) pero, aquí en Sinaloa y en los pueblos es común el termino ¨róbate a la novia¨ que es ir por ella en un caballo y huir lo más rápido posible, como si no hubiera un mañana. En fin centrándonos de nuevo en el tema, las manos se pueden usar para todo, desde el gesto de bondad hasta la caricia. Otros se empeñaron (y se empeñan) en que sirvan para apretar gatillos y estrangular gatos. Ellos, nuestros mayores, nos dan una lección de siglos y grandes añoranzas cuando caminan por la plazuela machado agarraditos de la mano.  



Comentarios

  1. Es verdad, los mayores han aprendido más de la vidad y saben en que utilizar su mente y sus manos .

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Fernando Arellano