Durmiendo en el patio con el perro.

Ya dejamos a Marzo atrás y en abril es estar o no estar, he ahí la eterna cuestión. Ser o no ser siempre ha resultado el gran dilema de la vida, que nos la han regalado, y la muerte, que en cuotas vamos pagando. Además lo gratis al final sale caro. Vivimos casi de prestado sabiendo que, la vida nos la  aparte de ser verdad y que los años no perdonan. Tampoco obtenemos benevolencia por los posibles errores cometidos. Con la cara llena de espuma hablas cada mañana con el espejito mágico de la vanidad y este, en un alarde de crueldad, te remite a un pasado que ya nunca volverá. Vas de tu corazón a tus asuntos en una Ciudad donde ya casi nadie reconoce a nadie.  Los templos y lugares culturales recreativos son en la actualidad grandes y exponenciales museos donde el rezo y la reflexión se confunden con el ajetreo de celulares tomando fotos.  Cada semáforo en la ciudad es hoy, una enorme tumba abierta al cielo de los pobres. Consumidores compulsivos portando ufanas bolsas con prendas que pronto serán desechadas por inútiles y/o obsoletas. Recalcando la palabra ufano: ¡El alma ha muerto viva el cuerpo! Vives casi de prestado sabiendo que en la esperanza siempre encontrarás un cierto sentido para no desfallecer. Mazatlán es a Sinaloa lo que Sinaloa a México: un hermoso y clarividente poema pintado de rojo que no sabe si encajará en un poemario tan difuso. Buscas consuelo al desosiego de una sociedad compulsiva y tele-dirigida en la Solea de Alcala de Antonio Mairena; los gritos de Mac Demarco;  el saxo de Charlie Parker; las tocadas en bares melancólicos o el cine del ya aborrecido Tarantino. A pesar de tu inútil resistencia ya eres la clave de una tarjeta; un código de barras; el pin de un móvil; los dígitos de una escuálida cuenta corriente bancaria y un número de la Seguridad Social. Tu rebeldía juvenil se difumina cada día un poco más y te consuelas con el gozoso rescate de las salidas con tus amigos, la lectura, la música del alma y un encuentro diario con tus hobbies favorito. De la tormenta sigue la calma, de Marzo sigue el Abril esplendoroso donde ya los pulsos laten por encima de los ritmos cardíacos y donde el gozo compartido es un claro exponente de que la vida tiene, en su duro y largo caminar, oasis de una belleza suprema. Con el mes abrileño todo cobra sentido en su vertiente más esplendorosa. Solo quedan unos poquillos días y  llegará el día glorioso: Semana Santa que ahora será la incertidumbre marchando sus implacables pautas para terminar de nuevo durmiendo en el patio con el perro.



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Fernando Arellano