Caminando por caminar.

Tengo una gran obsesión por darle letras a cada uno de los momentos que componen mi caminar.
Siento que es mi más sincero deseo. Mi más sincera voluntad.
Una noche de un día par, en un mes par de un año impar.

Culiacán me suena a guitarras norteñas requinteando a más no poder, pero dentro muy dentro, profundamente encuentras ese lugar donde todavía se escucha blues desteñido por las lluvias mañaneras de whisky irlandés con cigarrillos baratos.

No es novedad que desde que estoy en Culiacán me entra la curiosidad de salir a divagar por la tarde-noche y ver pasar distintas caras y pretender que no les tomo atención.

Cada vez que pienso en las letras, en esas que han querido acompañarme en esta santa procesión, pienso en las ventanas que he tenido frente a mi. Pienso en cada uno de los cuadros que se dibujan en movimiento para que mis ojos de color no claro se hagan una breve idea de lo que significa mirar desde adentro.

Hoy llegué a una pequeña plaza lleno de bares y puestos (vendimias) de artesanías de chamanes y objetos espirituales (me recordó un poco a la amada plazuela machado en mi mazatlán) y entre esos lugares hay puestos de libros usados y nuevos llenos de letras, apuntes, notas y dibujos en sus mil veces ojeadas páginas. algo que pocas veces vi en mazatlán.

Como cualquier curioso llegué y pregunté sobre unos cuantos libros que los deseo físicos, como memoria de mis putas tristes de Gabriel García o Pulp del mismísimo Bukowski, la atención en especial de las señoras con manos llenas de polvo al enseñar sus historias leídas era bastante acertado.

Y pensé en mis días...

se van componiendo cada vez más rápidos, como si el tiempo hubiera descubierto la manera de acelerarse cada vez más. Se siente en el ambiente que dentro de poco habrá una masacre de segundos, dejando en el limbo a los minutos que se animaban a casarse para formar horas y a esas horas que viviendo eternamente formarían días y semanas y meses y años qué desearía volver a vivir con todas las ganas humanamente posibles, caminando por caminar.




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Fernando Arellano