Un ideal no es una quimera.

Estos días han sido no cansados, pero algo agotadores. No por el dormir 4 o 5 horas y estar todo el día fuera de casa, el estar cansado de no poder enfrentar la noche. El caminar por la vida sin tener a alguien a tu lado, como si fueras dentro de un globo aerostático. Cuando compruebas que no termina de coger altura y que la velocidad de crucero no es la adecuada hay que mirar que sobra en el interior.

Tirar por la borda sin complejos todos aquellos elementos (sentimentales, culturales, sociales o políticos) que ya no te sirven para mantenerte feliz, porque después de todo eso se busca en la vida y que además suponen un freno para poder volar en libertad, donde tu quieras y con quien tú quieras.

Vivimos –o al menos debíamos vivir- en un permanente proceso evolutivo. No donde el hombre que se cree promiscuo domina superiormente a los que son hombres de buena fe. Siempre adelante y nunca volteando hacia atrás Aprendemos de nuestros errores y cada día que empieza te reporta nuevas experiencias, aveces muy gratas. 

Si algo te enseña la vida es que nada es eterno y todo funciona por ciclos. Los amores en rara vez y depende de la persona, las amistades se cuentan con los dedos de la mano, las tareas profesionales que uno realiza, lo social, lo cultural y lo político siempre tienen fecha de caducidad en el tiempo. no por que se pierda, miles de lazos terminan cuando uno de los dos no está en vida presente. Un ejemplo los casos de viudas y viudos que dicen que aún tienen esposa y la aman, pero están el lugares diferentes.

Los sueños y las realidades pocas veces se complementan. Hoy me he dado cuenta que cada uno de los pasos que instintiva e inconscientemente deslizo, me acercan hacia tu verdad, y esto, más que verdad me resulta extraño. No hay secretos, tengo el cielo por mirarte y con una mirada decimos todo y a la vez nada, tan natural como la vida misma.  

Me causa un gran cariño y veo con ternura cuando al pasear por las plazas y parques cerca del estadio de béisbol donde actualmente vivo a esas personas mayores que, caminando van agarradas de la mano;

¨En esta sociedad tan poco proclive a la belleza de los gestos cotidianos hay uno que, personalmente, me resulta conmovedor. Es cuando veo pasear normalmente por las calles de la plazuela machado a personas mayores (muy mayores en algunos casos) cogidas amorosamente de la mano. Comparten achaques y cariño que aveces  no son captadas por los componentes de sus propias familias.¨

¨Avanzan lentamente y unen sus desgastadas y cansadas manos para que, entrelazadas, la carga del epilogo de la vida les sea más llevadera, nuestros mayores ya son los únicos que paseando notan en su mano el roce de otra que les resulta tan querida como a veces, necesaria. ¨

(Fragmentos tomados de ¨Agarraditos de la mano¨)

** https://hellprototype.blogspot.mx/2017/03/agarraditos-de-la-mano.html

Hace ya años, leí una vieja revista, de esas que están en los consultorios de doctores particulares una entrevista a Robert Redford que decía “Envejecer tiene sentido cuando se tienen ilusiones en el corazón, proyectos en la cabeza y fuerza en… las piernas”. Eso me llamó la atención, mientras los achaques sean llevaderos y nuestra capacidad de ilusionarnos y asombrarnos permanezca intacta, merecerá la pena andar todavía por aquí contigo, eres diminuta luz en un océano de oscuridad asfixiante. Busco en ti lo que soy, y lo que me gusta es que en ti me descubro, tu regazo mi necesidad, mi desahogo tu edén y tu enaltecimiento aumenta mi razón. 

Me he dado cuenta.

Si la vida te ha tratado bien y tu cuota de desconsuelo está acorde con el ciclo natural de las cosas debes agradecer cada nuevo amanecer que se te regala. Levar anclas con la esperanza de que el mejor puerto pueda estar todavía por descubrirse. Esperando con paciencia inquebrantable hasta que este seguro, que lo más probable, no tardo en estarlo.

La estupidez humana alcanza sus cotas más altas cuando se pretende la inmortalidad a través de la transcendencia. Si yo estoy seguro y quiero ese ¨algo¨ lucho y me esfuerzo por ello aún me pongan 20 paredes de concreto y un recorrido de 200 kilómetros día a día. Ser efímeros equivale a ser humanos, algo que no me gustaría. 

No entenderlo es darle cartas de ideales a la quimera que, en lo personal, no lo veo imposible.




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Fernando Arellano