Entre platicas y dudas.

Hay una taza de leche con chocolate, papeles y unos cigarrillos en el cenicero, mientras la pantalla de mi recámara queda en negro a las once de la noche.

Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran a la ventana que tengo a mi espalda, periódicos en el suelo dictando diplomados encuentros en la ciudad. 

Siento que un ciego está muriéndose en las cercanías, siento muchas, muchas cosas y me pregunto qué hacer para matar el tiempo.

Recuerdo mis estadías en ya holos de hace años donde han quedado y quedan buenos amigos, y me viene a la mente esos buenos recuerdos.

Y otros no tanto.

Qué se puede hacer, cuando estas dando todo por algo y este no responde.

Cuando el secreto cambia el entender de las ya batallas perdidas, pero tienes la guerra ganada.

Casi como para no creerte a ti mismo. Puedes seguir mejorando en vez de empeorar, maldito mal nacido.

Puedes seguir golpeándola contra la pared a través de la oscuridad, la guerra, con buena o mala
suerte puedes continuar golpeándola con el deslumbrante relámpago de la palabra.

Derribando a la vida en la vida, a la muerte demasiado tarde para ganar verdaderamente, contra ti.

Cuando guardas tus rayos de sol, y se los das porque quieres verlo feliz y lo único que el desgraciado hace es desmontarlo en el garaje de su indiferencia como un rompecabezas.

¿No ves la maravilla que tenías de mujer?

Te decía que entendieras bien, como una criatura de la madrugada, atenta, con ansias de todo,
esperando escuchar tu voz, con ese temor inmenso de tenerte y de perderte.

¿Qué no veías la dirección de anhelo en su mirada?

¿Qué no veías el vuelo intenso de sus alas?

¿Qué no veías que hacia todo por ti?

Es mi causa y causé ante el presente, soñando desde antes que ayer. Yo la vi mientras todos sus mensajes sin escribir aún me decían ¨oye, cada día existir es más como morir¨.

Tantas madrugadas sórdidas, preguntando el por qué semejante acción;

Pensó que su llorar era un asunto asintomático, pensando en numerosos cánticos disparando a las murallas de su enfermedad de amanecer nostálgica, que vi y estoy seguro no se le pasaba ni con la felicidad.

Qué hacer, cuando construyes un lugar para los 2, con dedicación y esfuerzo y no quiere vivir ahí.
No sabes si lo quieres analizar, inadvierta la razón aunque sabes que todo salió mal.

Cuando tienes el obispo y los pies al suelo, con el camino narrado en casa.

Cuando intentaste tapar las ventanas, pero sabías que aún así alcanzas a ver la luz.

Yo vi cuando dijo ¨Es inútil esperarte tanto¨. Yo bien sabía que se derretía con el tiempo y, que ese momento llegaría cuando las cosas que se hacen de 2, sólo las está haciendo 1.

Y cuando ya has intentado todo de nuevo.

Y cuando no quiere escuchar y se tapa el alma para no sentir.

Y cuando el relato que quería escribir contigo no funcione.

Y cuando no queda nada más que decir,



sólo quedan las platicas



y dudas.

















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Fernando Arellano