Elise Cowen, la chica poeta con lentes grandes.

Terminé de leer un libro traducido al español pero con las anteojas con el inglés respectivamente: ¨Elise Cowen: Poems and Fragments¨.

Pronunciar su nombre para mí es un suspiro seguro, imagen asociada a muchacha poetisa (con influencias de Emily Dickinson, T.S. Eliot, Ezra Pound y Dylan Thomas, a quienes recita de memoria), a la generación beat (mitificación de la cultura norteamericana de los años 50 y 60), cita a pie de página de Allen Ginsberg (a los popes ñoños "gafapasta" del movimiento beatnik), rebeldía contra el sometimiento familiar y las costumbres restrictivas de la sociedad dominante.

Estaba allí, entre los personajes secundarios; cocineras, limpiadoras, mecanógrafas, amigas, compañeras, amantes y esposas. Figura trágica de mujer poeta con ínfulas a ideales mayores.

Siendo estudiante del Barnard College, donde se matricula en octubre de 1951, conoce a Leo Skir (escritor y activista pro derechos de los homosexuales), y entra en contacto con otros artistas de la contracultura e intelectuales que conformarían el núcleo beat de la Costa Este. Se hace amiga de Joyce Johnson (escritora, por aquel entonces, Joyce Glassman; luego, entre enero de 1957 y octubre de 1958, pareja sentimental de Jack Kerouac, más tarde casada brevemente con el pintor abstracto James Johnson, muerto en un accidente de motocicleta y de quien heredó el apellido). Alumnas aplicadas de las clases (exclusivamente femeninas) de escritura creativa del Barnard, hacen suyo el principio de su profesor: salir de casa, correr tras sus sueños, tener experiencias y escribir sobre ellas. Elise, a quien sus amigos llaman “Elipse” o a veces “Eclipse”, cuyo segundo nombre es Nada (elección extraña, probablemente de su padre), con el que hace un juego de palabras refiriéndose a sí misma “Elise Nada de Nada Cowen”; vive el primer año en una pensión cerca del campus, luego, a la vuelta de un paréntesis debido a trastornos de su enfermedad psíquica (primer intento de suicidio, aunque ella alega que se había cortado en la bañera con unos vidrios rotos), fija su residencia en la trastienda del apartamento de una mujer rusa: lee mucho, escribe en secreto sin descanso, roba libros de la bibliotecas y librerías porque “es la única forma moral para conseguirlos” y rara vez asiste a clase.

Inteligente y culta, su rendimiento académico nunca está a la altura de las expectativas de sus padres lo que origina graves conflictos intergeneracionales, convirtiéndose Elise en el foco de las iras familiares.  

Durante esa etapa de hallazgo personal experimenta con las drogas e inicia su primer vínculo turbador con los hombres. Atraída por el trabajo, el genio y la apostura vital de su profesor de filosofía, Alex Greer, durante algún tiempo mantiene una relación amorosa con él. ¡Qué duda cabe!, Elise adora a Alex ; en cambio para Alex, Elise es una más de sus diversas conquistas; la diferencia con las otras chicas es que ella sirve no sólo como amante sino también como ama de llaves, asistente, cocinera, limpiadora y niñera. Patrón repetido en la siguiente relación que entra en escena. El profesor de psicología Donald Cook le presenta en casa de Alex Greer a Allen Ginsberg. En la cita inaugural, ambos descubren que tienen un conocido mutuo, el poeta dadaísta y escritor Carl Solomon (a quien Ginsberg dedica su poema Aullido), con él habían coincidido, por separado, en diferentes ingresos en el hospital psiquiátrico del estado de Nueva York, donde Solomon permanecía internado voluntariamente; Ginsberg, arrestado por delitos menores, dio con sus huesos en dicha institución mental eludiendo la cárcel, y Elise como resultado de sus episodios maníaco depresivos. 

Coincidencia providencial, conexión de dos almas gemelas que se reconocen en el espíritu, en las palabras y en los cuerpos. Se cumplen todos los anhelos de adolescente, Elise se enamora al instante. A la primera noche de amor sigue una relación romántica en la primavera y el verano del 53. Agua de cerrajas; durante este tiempo Ginsberg comienza a explorar sus deseos por los hombres, abrazar la homosexualidad, y la relación se disuelve gradualmente.

Elise entra en la escena pública como la última novia del poeta, su mentor, el ejemplo a seguir en lo sagrado y en lo mundano, el hombre con quien siempre se sintió emocionalmente unida y del que nunca supo o pudo desengancharse. Como escribe Joyce Johnson: "Elise era un momento en la vida de Allen”, sin embargo, “en la vida de Elise, Allen era una eternidad”.

Los daños físicos y psicológicos cada vez más graves, hacen necesario el ingreso de Elise en el Hospital Bellevue con el propósito de recibir tratamiento para la hepatitis y la psicopatía que padece. Desatendiendo las órdenes de los médicos que recomendaban un mínimo de dos semanas de atención hospitalaria, bajo su responsabilidad, firma el alta alegando la excusa de viajar con sus padres a una cura de reposo vacacional en Miami Beach. Retornada al hogar, el 27 de febrero del 62, abre la ventana del salón (cerrada bajo llave) y se arroja al vació desde un séptimo piso de la Avenida Bennett en Washington Heights. Según el parte de la policía forense: murió en el acto; tenía 28 años y en alguna ocasión había expresado que el suicidio era una alternativa honorable a su propia vida.

Abatidos por la frustración que les había perseguido la última década y turbados por el dolor del terrible desenlace, los padres con la ayuda inestimable de los vecinos (que igual piden la sal que evitan a unos progenitores escandalizarse con las expresiones sobre homosexualidad, consumo de drogas y locura de una hija), destruyeron la mayor parte de los diarios, poemas y escritos de Elise. Quiso la providencia poner a salvo de semejante auto de fe ochenta y tres poemas, escondidos en una caja en un sótano de Minneapolis, que su amigo Leo Skir rescató del armario de Elise cuando acudió a casa de sus padres para dar el pésame. Es el escaso testimonio de su obra que queda, nunca Elise Cowen publicó ninguno de sus trabajos en vida. Poco a poco, en gran parte debido a los esfuerzos de sus amigos, estos apuntes, fragmentos y poemas que datan de 1959/60 se fueron divulgando en diferentes revistas literarias, hasta que en Estados Unidos, Tony Trigilio editó todos sus escritos en un solo volumen bajo el título de ¨Elise Cowen: Poems and Fragments¨(que lo he terminado de leer y recomiendo mucho)






“Muerte, ya llego
espérame.
Sé que estarás
                     en la estación de metro
                     cargado de botas de agua, chubasquero, paraguas, babushka
y una respuesta sencilla
                     para cada significado.
Institución incorruptible,
Atenta aguafiestas de huellas dactilares
Escucha su afirmación:
“Hay una salida entre las coles blancas”.


(Elise Cowen)





Yo en lo personal, a todo lo que dice en los pequeños fragmentos que pudieron encontrar he quedado enamorado y algo confundido. A menudo he pensado que Elise nació demasiado pronto. En un tiempo más tolerante con el comportamiento inconformista de las mujeres podría haber sobrevivido. Elise no podía ocultar lo que era. Ella nunca podía ponerse una máscara, entró y salió del mundo tal como era.









































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Fernando Arellano