El demonio vestido de maldad.

Vivimos en nuestra Sociedad unos tiempos complejos y perversos. Quien quiera negar la existencia de algún dios está en su pleno derecho de pensar y sentir. Pero visto lo visto, negar que el Demonio existe y que toma mil y una formas es incuestionable.

Asistimos perplejos a numerosos casos donde Lucifer adquiere aspecto humano. Padres violando o maltratando salvajemente a hijos/as de pocos años e incluso de meses. Matrimonios o parejas que ayer se bañaban en las plácidas azules aguas del cariño y el respeto y hoy se mueven en el fango del rencor.

Maltratadores. Violadores. Pederastas. Psicópatas de toda índole y condición. Dictadores y fanáticos que los sustentan y apoyan. Políticos corruptos siempre pendientes de llenarse el saco. Personas mayores abandonadas a su suerte por aquellos a los que dedicaron sus mejores años. Todo una fauna humana malvada, insolidaria y egoísta que harían palidecer al mismísimo Caín.

Lo que nos mueve a la esperanza es que son una minoría. Sangrante, perversa y ruidosa si se quiere, pero minoría al fin y al cabo. La gente es mayoritariamente buena por naturaleza, educación o convicción. De ello estoy seguro. Si miramos cuanto nos rodea comprobaremos que hay más rosas que espinas. Lo evidente es que las primeras hermosean la Tierra con su fragancia y colorido. Mientras que las segundas producen dolorosas heridas en aquellos que tuvieron la desgracia de ser rozados por ellas. Seamos moderamente optimistas ante la complejidad de un sistema de vida que nos llama con frecuencia a la desesperanza y al desosiego.

Un evidente motivo de preocupación lo debe representar un sector de la juventud-menor del que nos sitúan los sociólogos y mayor del que nosotros quisiéramos- que utilizan para "convivir" el egoísmo, el vandalismo, el pasotismo y una violencia absolutamente gratuita y desgarradora.

Todos estamos en su "punto de mira" y basta simplemente con salir a la calle para ser blanco de su salvaje y canallesco "modus operandi". Si además coincides con ellos en algún tipo de evento público, el riesgo para tu integridad y la de los tuyos se hace todavía más patente, recalcando núnca violentando el lenguaje.

Dos casos he vivido en los últimos meses que son significativos sobre el comportamiento de estos desalmados. En ambos un perro -sin duda nuestro más fiel y mejor compañero terrenal- ha sido el triste protagonista.

Aquellos que hemos tenido la suerte de convivir con un perro, suscribimos plenamente que es el mejor amigo del hombre (o de la mujer no vaya a ser que mee llame machista doña feminista). Son fieles y acompañan tu cotidianidad con una gran dosis de ternura que tienen en sus ojos el faro luminoso de sus sentimientos. 

Piden muy poco y te dan mucho a cambio de comida, agua y afecto. Uno de los incidentes que antes mencionaba lo viví recientemente en mi fraccionamiento. Veo de lejos un pequeño revuelo que se forma en torno a una señora mayor que está sentada en una banca. Conforme me acerco al grupo compruebo que se trata de una vecina de avanzada edad que llora desconsolada abrazada a su pequeña perrita. El pobre animal está sangrando por la boca. Me explican lo acontecido: pasaron dos "muchachitos" en una moto (evidentemente por zona peatonal que para eso la calle es suya) y justo al llegar a la altura de la vecina, el que iba atrás de la moto le propinó una patada en la cara a la "Chiqui" (ese es el nombre de la perrita que acompaña fielmente a esta noble dama en su triste y diaria soledad). Luego se marcharon entre crueles carcajadas.

El otro incidente con una diferencia de pocos días fue cerca de casa blanca (por cierto, degradada y abandonada hasta la exasperación), donde acudo a visitar a un amigo para hablar sobre unos asuntos de posadas y fiestas de temporada. Observo a un hermoso y orondo perro caminando solo por la acera. De pronto aparece "su dueño" en una moto y le da alcance. Porta un palo de algún árbol y sujetando al pobre animal con una mano con la otra empieza a darle palos.

Mientras le pega empieza a recriminarle a gritos que: "ya no te vas a escapar más" (no te quepa la menor duda pedazo de mierda que lo intentará una y mil veces más ) Mientras perpetraba esa tremenda ¨mentada de madre¨ nos miraba desafiante a cuantos lo mirábamos en la escena. Si algunos le hubiéramos llamado la atención por su salvaje comportamiento, seguro que habríamos "cobrado" de lo lindo.

Lo que movía a la mas absoluta compasión era con la conformidad que el pobre animal recibía los palos, señal inequívoca de que se los daban con frecuencia. No me quedaban ganas de hacer lo mismo.

En fin, que la próxima nos cojan confesados si nos tropezamos con esta gentuza.

Ya lo cantó el Maestro Rafael Farina cuando decía: "Alma de tirano / corazón de hierro / maldita sea la mano / que mata un perro."



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Fernando Arellano