Volver a nacer

Lo decía el grande Angelo Escobar y, como en tantas cosas, tenía más razón que un santo….”Es que yo voy a amarte hasta que el beso de la muerte me lleve al firmamento a buscarte nuevamente, para luego volver a nacer ”.  Pasa un nuevo Enero y se lleva con él recuerdos de noches de madrugada que ya forman parte de la historia sentimental de cada uno. Lo esperado por bueno y gozoso es breve como todo lo bello y feliz de la existencia humana.

Lamentablemente solo la pena permanece anclada en el puerto de la desesperanza. Vivimos permanentemente instalados en las largas esperas. La vida es una Estación de tren donde siempre esperamos ver acercarse el nuestro desde la distancia.  Decimos preso de los nervios… “Ahí llega, ahí viene, ese es el nuestro….” Al final, no pocas veces, pasa de largo y otras se para el tiempo justo de poder subirnos sin poder decir ni un adiós.

Hoy todo se programa de antemano y con mucha antelación. Desde las vacaciones (quien todavía pueda cogerlas) hasta los encuentros con los amigos. Todo queda reflejado en una agenda implacable que nos priva, no pocas veces, del sosiego y la necesaria reflexión. Quedas con un querido amigo al que hacia tiempo que no veías y, en la segunda copa, ya te está diciendo que siente tener que marcharse pero que ha quedado con el perro para jugar futbol.

La mecánica al poder. La Filosofía tiene la noble finalidad de descifrar las claves del tránsito de la existencia humana. Las tres preguntas fundamentales: ¿De donde venimos?, ¿Para qué estamos aquí? Y ¿Dónde iremos después de que esto acabe? Otros pasaron, nosotros pasaremos y los que nos precedan también pasarán.

 Dejar una huella noble, decente, solidaria y culta de nuestro paso debe –o debía ser- nuestra tarea primordial...  Se van los días y, permitirme la licencia, afronto su marcha desde la melancolía de los gozos compartidos.

Volver a nacer, donde a veces viviré por ti.



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Fernando Arellano