Hank Chinaski, 100 años de el último maldito en la literatura norteamericana.

Cartero, pulp, escritos de un viejo indecente, mujeres, los placeres del condenado, arder en el agua o en el amor, la senda del perdedor, peleando a la contra, hijo de satanás he incluso la vida de Bukowski fue llevada al cine en 1987 bajo el filme ‘Barfly’ (El borracho), el autor escribió el guión e incluso realizó un pequeño cameo durante la cinta.

Charles Bukowski fue un escritor y poeta nacido en Alemania en 1920 pero fue nacionalizado estadounidense. La obra literaria de Bukowski está fuertemente influida por la atmósfera de la gran depresión de los años 20 en la crisis económica alemana que fue la causa de que su familia terminara en estados unidos.

Acertó entre cogorza y cogorza alguna vez, la epifanía de la vida haciendo poemas a el fracaso y la depresión, la difícil relación con su padre es una de las causas por las que deja la Universidad.. incluso esa relación es retratada en algunos cuentos y novelas. Tampoco tenía la conclusión, en sus libros se vía como el colofón feliz, a las cuitas eternas de los humanos, las epifanías del alcohol y al irresoluble problema con el ¨infeliz mundo¨.

Mi fascinación por el escritor maldito fue una obsesión a primera vista al leer algunas de sus obras, pero al momento de tener la oportunidad de leer ¨La senda del perdedor¨ de inmediato me atrapó esa prosa escueta, cruda, contundente, realista y precisa, dura y descarnada, en la que no sobra ninguna palabra, pero falta empatía. En toda la obra no muestra ningún tipo de piedad ni de compasión por sí mismo ni por el mundo que lo rodea.

Pero, al menos, él no necesitaba de más preguntas, porque sabía la causa de esa insana nuestra congénita, infinita, estúpida, irresoluble. Las dudas y las certezas. Esa era la razón de tanta infamia: la existencia inadecuada de dudas e inseguridad.

A través de su álter ego, Hank Chinaski, describió sus distintas experiencias de vida, marcadas por la marginalidad, soledad, peleas callejeras, fracasos amorosos, cientos de horas muertas en el hipódromo de Santa Anita, la oscura suciedad de habitación cochambrosa, borracheras provocadas por el vodka y el vino barato y, como contrapeso a esos ambientes rudos, la música de grandes compositores de música clásica que salían del parlante de algún radio destartalado.

Uno de esos creadores que no dejan indiferente a nadie y que generan tanta pasión en sus incondicionales como animadversión en sus no pocos detractores, una forma cruda y tosca de ver la vida, los empleos que nadie quiere, los lugares para la gente sin ilusiones, las relaciones torpes y la confidencia con los vicios, esos factores más presentes y tangibles que casi no se muestran.

Resulta casi imposible embutir o escribir, tratar de llenar hojas y hojas en blanco de letras, vivencias y palabras como semen, sin arrastrar esas crudas y descarnadas influencias del gran Charles Bukowski. Todos quienes nos acercamos a su obra a la edad más peligrosa (post-adolescencia) intentamos fusilar y/o permitir de algún modo su rutina de oficios marginales, alcohol, sexo y resacas. Como buenos mozalbetes, petimetres afanosos e insoportablemente currutacos, nos concentrábamos en las fanfarronerías de los relatos, tensos entre la autoficción y el hiperrealismo desesperanzado con ese realismo sucio que tanto nos atrapó, y no en su militar hábito de la escritura. Automatismo literario que entrenó a sus neuronas y vaya que por igual le ayudó la testosterona para escribir divinas genialidades aún con la mirada trémula y la lengua sin fuerza de pesantez de tanto alcohol.

el maldito malditismo de Henry llega a lo mundano. No es descabellado pensar que las personas inteligentes y sus anhelos inteligentes y sus conocimientos inteligentes podrían (podríamos, que me incluyo, qué diantres) ser la solución, pero… existen las personas estúpidas. Y mientras las primeras están (estamos) colmados de dudas, las demás están repletas de certezas. Ellos las certezas y nosotros las dudas. Y así nos va. A nosotros, digo


Bukowski sabía mucho, el sabía eso. Y yo, sin saberlo.


"Me gustan las mujeres que no han vivido con muchos hombres,

o no han tenido muchos amoríos de una sola noche.

No espero virginidad,

pero simplemente prefiero una mujer que no haya sido tallada por

la experiencia.

Las mujeres que han tenido muchos hombres

parece que escogen al siguiente por venganza

y no porque sientan algo."

- Charles Bukowski.




Bukowski y las barberías. La genialidad y el odio.


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Fernando Arellano