Escritores caídos.

Es muy rara las ocasión que me toca ver partir a algún escritor que de alguna manera topamos entre este medio que no deja de ser red social ¨Blogger¨, pero de Junio para acá, en estos meses observo en Internet la “deserción” de algunos blogueros cuyos contenidos considero de bastante interés tanto personal como general. Personas de cierta relevancia social, política o cultural dentro de este medio de comunicación consideran que cuanto hacen (escriben) carece de alguna relevancia. 

Han llegado a la conclusión de que clamando en el desierto tan solo se obtiene una soberana ronquera. Se despiden amablemente de todos nosotros alegando cuestiones personales o de hartazgo para cerrar y finiquitar sus escritos, cuentos, anécdotas, historias personales y las ventanas internautas de una buena ves. Están hartos de dilapidar para nada su tiempo y su tan valioso talento. No me atrevo a aventurar o comentarles si hacen o no lo correcto. Sólo les pido algún numero u otra red social para seguir en contacto ya que, son personas de las que no te encuentras 2 veces en la vida. 

Cada uno/a es muy libre de situarse ante la vida y sus circunstancias como estime oportuno. Puede que la sociedad actual tenga una sobredosis de trascendencia y exista una gran brecha entre lo que pensamos y lo que decimos o realizamos. Ante la rotunda afirmación de “Se que cuanto hago carece de importancia” va unido el pensamiento de “Se van enterar cuando yo ya no esté”. Tampoco tengo claro si algunas de estas “deserciones blogueras” no llevan aparejadas la vanidad previa al subsiguiente reclamo. 

Supongo que de todo habrá en las lápidas de Internet. Combinar una especie de contradicción permanente forma parte del ejercicio de la vida. Somos un compendio de luces y sombras y en función de lo que hacemos podemos considerar que a nadie le amarga un halago. 

Bien cierto es que la sociedad actual es poco proclive a la profundidad de las cosas.

¿Cuantos laberintos necesitan los seres humanos para intentar alcanzar la Felicidad? Cada vez que una persona talentosa y con una imaginación suficiente para poder crear su blog cierra su ventana en Internet, la libertad se pone sus prendas de color negro.

Ignoro si en algunos casos será un camino de ida y vuelta o desaparecerán para siempre de nuestros ordenadores. Cada uno tiene derecho a gastar los momentos que se le han concedido en aquello que considere más conveniente. 

Cuando se vive –como ocurre actualmente- atacado por cuatreros y salteadores de camino no debíamos bajarnos de la diligencia. No les dejemos también en blanco las pantallas de nuestros ordenadores. 

Se los terminarán llevando para enterrarlos para siempre en el Cementerio de los sueños perdidos. Ya sabemos como se las gastan y, sobre todo, donde y cuando se lo gastan.





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Fernando Arellano